Grupo de espeleologia De Amarozko Mendi Elkartea con la colaboracion del grupo sakon

lunes, 31 de julio de 2017

Las corrientes de Aire en las cuevas.


Aqui teneis un pequeño extracto de un gran articulo que aparece en la revista Karaitza de la

UEV-EEE | Euskal Espeleologoen Elkargoa / Unión de Espeleólogos .

podeis consultar el articulo en su web.

Texto Laurent Richard
Aloña Mendi Espeleologia Taldea Sociedad
Espeleológica Burnia
richardlaurent@hotmail.com

EFECTOS TÉRMICOS Las corrientes de aire resultan de la transformación de energía térmica en energía mecánica (como un motor térmico). Las fuentes de calor son la cueva misma (isoterma más o menos) y la atmósfera exterior (cuya temperatura varía). Para tender hacia el equilibrio térmico, hay intercambios de calor (desde el cuerpo más caliente hacia el más frío) entre el aire, el agua y la roca. Por consiguiente la temperatura del aire varía a lo largo de la cueva, permitiendo así el movimiento. La amplitud del cambio y su profundidad (espesor de roca o de agua) aumenta con el tiempo. Si el flujo de aire se para o si sus características varían, aparecerá un efecto retroactivo de la roca sobre el aire que restituirá la energía almacenada. Necesitamos entonces estudiar tanto los fenómenos actuales como los pasados: el efecto memoria induce un desfase temporal (inercia) respecto a los cambios de temperatura exterior. A nivel global del clima subterráneo, son las corrientes aspirantes, o sea entrantes, las que más alteran la cueva.


AGUJEROS SOPLADORES O ASPIRANTES Encontrar bocas sopladoras es lo más sencillo: a veces simplemente con la mano notamos la diferencia de temperatura entre el aire exterior y saliente. También nos ayudan los elementos exteriores como el movimiento de la vegetación próxima, la ausencia de nieve en un punto concreto (la nieve fundida en agua a causa del aire caliente deja el terreno a descubierto), golpes de gubia en la nieve... Si intentamos localizar una nueva entrada partiendo del interior de la cueva, el contacto visual (humo) será eficaz si el tramo que separa el punto de inyección a la superficie no exceda unas muy pocas decenas de metros, y si la corriente es fuerte, puesto que la humedad de las paredes atrapa las partículas de humo. 
Resulta muy difícil localizar una entrada aspiradora (por eso se conocen menos), ya que las condiciones en la boca son casi iguales a las del exterior. Poco más nos queda que recurrir a los métodos tradicionales como el humo, incienso... En una boca ya conocida, la presencia más allá de la entrada de nieve o hielo es un indicio del aire aspirante (arrastre mecánico o congelación del goteo interior).


BÚSQUEDA DE NUEVAS GALERÍAS Si consideramos el conjunto real de la cueva o sistema es lógico pensar que la suma de los caudales de aire entrantes es igual a la suma de los caudales salientes. No es estrictamente cierto (el volumen de un gas depende de su temperatura y la del aire cambia durante su paso por la cueva, hay pérdidas o aumentos de masa por evaporación o condensación...). Pero en primera aproximación, este balance nos ayudará a detectar nuevas galerías. Así es como buscamos la continuación de una galería final tratando de encontrar el aire «perdido»; pero también detectaremos galerías nuevas gracias a las difluencias de los flujos de aire. En efecto una disminución o un aumento súbito de caudal entre dos puntos evidencian alguna galería oculta y con aire, en general en altura
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