Aqui teneis un pequeño extracto de un gran articulo que aparece en la revista Karaitza de la
UEV-EEE | Euskal Espeleologoen Elkargoa / Unión de Espeleólogos .
podeis consultar el articulo en su web.
Aloña Mendi Espeleologia Taldea Sociedad
Espeleológica Burnia
richardlaurent@hotmail.com
EFECTOS TÉRMICOS
Las corrientes de aire resultan de la transformación
de energía térmica en energía
mecánica (como un motor térmico).
Las fuentes de calor son la cueva misma
(isoterma más o menos) y la atmósfera
exterior (cuya temperatura varía). Para
tender hacia el equilibrio térmico, hay
intercambios de calor (desde el cuerpo
más caliente hacia el más frío) entre el
aire, el agua y la roca. Por consiguiente
la temperatura del aire varía a lo largo de
la cueva, permitiendo así el movimiento.
La amplitud del cambio y su profundidad
(espesor de roca o de agua) aumenta
con el tiempo. Si el flujo de aire se para
o si sus características varían, aparecerá
un efecto retroactivo de la roca sobre el
aire que restituirá la energía almacenada.
Necesitamos entonces estudiar tanto los
fenómenos actuales como los pasados: el
efecto memoria induce un desfase temporal (inercia) respecto a los cambios
de temperatura exterior. A nivel global
del clima subterráneo, son las corrientes
aspirantes, o sea entrantes, las que más
alteran la cueva.
AGUJEROS SOPLADORES O ASPIRANTES
Encontrar bocas sopladoras es lo más
sencillo: a veces simplemente con la
mano notamos la diferencia de temperatura
entre el aire exterior y saliente.
También nos ayudan los elementos exteriores
como el movimiento de la vegetación
próxima, la ausencia de nieve
en un punto concreto (la nieve fundida
en agua a causa del aire caliente deja el
terreno a descubierto), golpes de gubia
en la nieve... Si intentamos localizar una
nueva entrada partiendo del interior de
la cueva, el contacto visual (humo) será
eficaz si el tramo que separa el punto de
inyección a la superficie no exceda unas
muy pocas decenas de metros, y si la corriente
es fuerte, puesto que la humedad
de las paredes atrapa las partículas de
humo.
Resulta muy difícil localizar una entrada
aspiradora (por eso se conocen
menos), ya que las condiciones en la
boca son casi iguales a las del exterior.
Poco más nos queda que recurrir a los
métodos tradicionales como el humo,
incienso... En una boca ya conocida, la
presencia más allá de la entrada de nieve
o hielo es un indicio del aire aspirante
(arrastre mecánico o congelación del goteo
interior).
BÚSQUEDA DE NUEVAS GALERÍAS
Si consideramos el conjunto real de la
cueva o sistema es lógico pensar que la
suma de los caudales de aire entrantes es
igual a la suma de los caudales salientes.
No es estrictamente cierto (el volumen
de un gas depende de su temperatura y
la del aire cambia durante su paso por la cueva, hay pérdidas o aumentos de masa
por evaporación o condensación...). Pero
en primera aproximación, este balance
nos ayudará a detectar nuevas galerías.
Así es como buscamos la continuación
de una galería final tratando de encontrar
el aire «perdido»; pero también detectaremos
galerías nuevas gracias a las
difluencias de los flujos de aire. En efecto
una disminución o un aumento súbito de
caudal entre dos puntos evidencian alguna
galería oculta y con aire, en general
en altura
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Buen trabajo! Os hemos enlazado en el PeriodicoSubterranea.com
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Sakon!! y Vosotros seguir así.
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